MARÍA (y los demás)
Título: María (y los demás)
Año: 2016
Duración: 96 minutos
Dirección: Nely Reguera
Guion: Diego Ameixeiras, Nely Reguera, Roger Sogues,
Eduard Solà y Valentina Viso
Fotografía: Aitor Echeverría
Sonido directo: Juan Gay
Edición de sonido: Diego Staub y Miguel Barbosa
Música original: Nico Casal
Dirección artística: Andrea Pozo
Montaje: Aina Calleja
Vestuario: Aránzazu Domínguez
Maquillaje: Susana Veira
Peluquería: Beatriz Antelo
Reparto: Bárbara Lennie, José Ángel Egido, Julián Villagrán, Pablo Derqui,
Vito Sanz, Marina Skell, Alexandra Piñeiro, Rocío León, Alba Loureiro,
María Vázquez, Aixa Villagrán
Review:
«Realizations in María (y los demás)»
Nely Reguera (1978-), graduate of and instructor at the Escuela Superior de Cine y Audiovisuales (ESCAC) in Barcelona, debuts as a Goya-nominated feature length film director with María (y los demás)/María (and Everybody Else). Set in Galicia and starring the talented Bárbara Lennie in her Goya-nominated title role, Reguera’s film follows thirty-something María’s trials and tribulations in personal and professional self-fulfillment.
María (y los demás) is a story of realizations. María Funes had taken the place of her deceased mother in the care of her restauranteur father suffering from cancer and chose to set aside her writing aspirations to both meet her sense of daughterly duty and not to face her personal anxieties. When the action begins, her father Antonio (José Ángel Egido) has recovered from cancer and announces at his birthday party, to the total and utter surprise of María and her two brothers, that he has fallen in love with and will marry his nurse Cachita (played by Argentine actress Marina Skell). This news, paired with the subtle and consistent cruelties of her family members regarding María’s single status and stagnant literary career, sends shock waves through the protagonist. Our misfit is metaphorically and literally, in the re-organization of the family house, displaced while also out of place elsewhere. Recurrent motifs of mirrors indicate that María must now look inward and put her personal affairs in order.
Beyond her family, María, always the bridesmaid and never the bride, is in a dead-end relationship with the divorced father of two and amateur guitarist, Dani (Julián Villagrán), and participates painfully in a series of celebrations of her peers’ personal progress. Most notably, just as her anxieties about her future with Dani reach fever pitch, her friend Bea (Aixa Vililagrán) announces her pregnancy. During a moment of deep insecurity disguised as a game of dress-up during Cachita’s bridal fitting, María models a number of wedding gowns and sends Dani these photos via text. As she anxiously awaits his response, Bea shares her happy news. The setting of this get together of friends at an art gallery’s showing underscores María’s internal conflicts with regards to reproduction, namely motherhood, and creative production, her authorship.
Although María stubbornly (and humiliatingly) tries to make it work with Dani, her self-realization will not be romantic nor will she successfully reproduce her matriarchal role within his family. At last, María bites the bullet and submits her novel’s manuscript to her boss, the editor of a small publishing company. The narrative of mirrors extends beyond the film; Nely Reguera realizes María’s struggle for fulfillment while enacting her own as first time full length film director. Both stories of women in the arts prove inspiring for the rest of us or, as the title goes, everybody else (los demás).
To cite this review, please use the following reference: Hogan, Erin K. (2017) «Realizations in María (y los demás)» . Gynocine Project, Barbara Zecchi, ed. ,www.gynocine.com
RESEÑA por INÉS MÉNDEZ FERNÁNDEZ
Bárbara Lennie es una presencia habitual en el cine español reciente. Desde su debut en Más pena que gloria (Víctor García León, 2001), ha participado en películas como Obaba (Montxo Armendáriz, 2005) –por la que fue candidata al Goya como mejor actriz revelación–, Las Trece Rosas (Emilio Martínez-Lázaro, 2007), La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011), El Niño (Daniel Monzón, 2014) –cinta que le proporcionó otra nominación al Goya (esta vez en la categoría de actriz de reparto)–, Magical girl (Carlos Vermut, 2014) –gracias a la cual ganó este premio como mejor intérprete femenina protagonista– o Petra (Jaime Rosales, 2018), que llegará próximamente a las pantallas españolas.
María (y los demás) –por la que Lennie optó nuevamente al Goya a la mejor actriz principal– gira en torno a la dificultad de una joven para afrontar los cambios tras saber que su padre, ya recuperado de un cáncer, planea casarse de nuevo y vender el restaurante familiar que creó junto a su difunta esposa. La película de Nely Reguera –también nominada al Goya como mejor directora novel– explora el bloqueo personal y profesional de su protagonista y su vínculo con quienes la rodean. María sufre los obstáculos de las mujeres de hoy para conservar su independencia emocional y laboral, puesto que la sociedad aún reclama de ellas las tradicionales tareas de cuidado.
Pendiente de su padre, el personaje de Lennie compagina su trabajo en una librería con una vida sentimental donde realidad y deseo se contradicen. María es constantemente juzgada por sus parientes en lo personal y lo profesional: si bien la compadecen por no tener pareja, tampoco evalúan el impacto que su rol de cuidadora ejerce en los demás ámbitos de su vida. Para las comidas familiares, María lo prepara todo sin recibir gratitud alguna por ello –algo patente en la figura de sus hermanos, Toni y Jorge, quienes, pese a agradecerle puntualmente su dedicación, acaban subrayando los fallos que creen ha cometido en las tareas domésticas–; ello genera una gran frustración en la protagonista, que se siente desplazada en su papel de cuidadora debido al enlace de su padre con Cachita y deberá encontrar nuevos proyectos vitales.
Estos se concretan en la novela que María busca acabar desesperadamente. La entrega final del manuscrito marca el inicio de una nueva etapa para la joven, a quien vemos salir corriendo de la librería para, posiblemente, tomar con más firmeza las riendas de su vida. Si, en una escena anterior, María corría hacia casa de Dani –con quien mantiene relaciones sexuales esporádicas– para conocer a sus hijas e, infructuosamente, intenta formalizar un vínculo que ve como pasaporte hacia el éxito, ahora ya no parece depender de nadie. Hasta entonces, ella también había buscado el reconocimiento laboral –algo manifestado en la frustrante comparación con la joven novelista Marta Viso y en la ficticia entrega de premios donde María, con un peluche como único testigo, recrea la presentación de su novela–. Previamente, la protagonista había bajado unos escalones fingiendo haber recibido un galardón, lo cual evoca el cierre de El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950): aquí, es la Norma Desmond interpretada por Gloria Swanson quien, ya presa de la locura, desciende las escaleras de su mansión creyéndose la princesa Salomé de Cecil B. DeMille. La gratitud que Norma profesa patéticamente a quienes ve como profesionales de la industria (en realidad periodistas y policías) equivale a la emoción de María recogiendo su premio literario –algo resaltado en el metraje con música épica y el sonido de aplausos imaginarios–.
La ligera envidia que la protagonista siente por Marta Viso refleja la creencia patriarcal de que las mujeres son las peores enemigas de sí mismas: Julia, la esposa de Toni, está a punto de dar a luz y menosprecia a María por no haber alcanzado ese estatus social esperable en las mujeres. María, quien ha interiorizado esos valores y cree que el matrimonio traerá estabilidad a su vida, se prueba un vestido de novia a la vez que Cachita para materializar esa ilusión; sin embargo, Julia se burla de ella, pues considera que María nunca podrá encontrar pareja con una personalidad seria e introvertida. Esta perspectiva refleja el machismo aún presente en nuestra sociedad, donde se subordina a la mujer al agrado de otros.
La carrera final de María recuerda a la emprendida por Fran Kubelik (Shirley McLaine) en los últimos minutos de El apartamento (Billy Wilder, 1960): tras darse cuenta de que Baxter (Jack Lemmon) realmente la ama, Fran abandona al mujeriego de Sheldrake (Fred MacMurray) y se dirige rápidamente al piso del primero de ellos. Esa carrera, donde el rostro de McLaine rebosa la felicidad de quien, al fin, puede estar junto al ser amado, es comparable a la de María. Quizá esta acuda realmente a la boda de su padre convertida en otra persona o, por el contrario, pretenda alejarse de una familia con cuyas expectativas no conecta; María (y los demás) deja el desenlace de esa secuencia a la imaginación de los espectadores.
Como conclusión, estamos ante una cita donde destaca el exquisito trabajo tanto de Bárbara Lennie como de los actores que interpretan a los demás. María aglutina las preocupaciones de una generación cuyos roles tradicionales en la familia y el trabajo se han desdibujado –especialmente para las mujeres– a la vez que convive con creencias sexistas que limitan su desarrollo personal. La película apuesta por superar esos prejuicios sobre el éxito y establecer nuestros propios objetivos vitales. Esperemos que Nely Reguera conserve esa mirada moderna –y feminista– en próximos largometrajes.
Para citar esta reseña por favor usa la referencia: Méndez Fernández, Inés, (2018): «Reseña de María (y los demás)» Gynocine Project, Barbara Zecchi, ed., www.gynocine.com